Muchos padres y estudiantes se dedican diariamente a clases y reuniones en línea a través de la cámara de un ordenador, una tableta o un teléfono.
Esto significa a menudo encontrar un lugar tranquilo para hacer una pregunta, dar una respuesta o compartir una opinión con una audiencia virtual.
Las preocupaciones iniciales sobre el uso de aplicaciones de vídeo se centraban en cuestiones de privacidad y equidad.
Pronto surgieron nuevos términos, como la fatiga de Zoom. Pero una cuestión que se ha discutido menos es el papel que pueden jugar los nervios en estas sesiones mediadas.
¿Qué es la ansiedad al hablar?
Durante siglos, la gente ha cuestionado su capacidad para hablar delante de los demás. Se dice que el orador romano Cicerón (106-43 a.C.) se ponía pálido y temblaba antes de pronunciar cualquier discurso.
Pero fue en el siglo XX cuando se estudió a fondo la ansiedad comunicativa. Se ha descrito con distintos términos, como miedo escénico, falta de voluntad para comunicar y aprehensión comunicativa.
Las investigaciones sugieren que uno de cada cinco oradores experimenta una gran aprensión comunicativa. Esto puede dificultar todas las oportunidades de hablar.
Por ejemplo, hablar con un jefe o un profesor, participar en un debate de grupo o hacer una presentación. La ansiedad al hablar en público forma parte de la aprensión a la comunicación.
La prevalencia de la ansiedad al hablar en público está bien documentada. Es compleja (con diferentes causas, indicadores y opciones de tratamiento), individual (afecta a los oradores de forma diferente) e inestable (los niveles de ansiedad cambian dentro y entre las presentaciones).
Al centrarse en las diferencias individuales, se reconoce que los pensamientos y sentimientos internos pueden no coincidir con el comportamiento externo. Por ejemplo, un orador que parece desanimado puede sentir en realidad una falta de control.
Se trata de un fenómeno complicado. Algunas personas pueden sentirse nerviosas en el momento en que se anuncia la tarea de hablar. Y, el día de la presentación, pueden considerarse más nerviosas de lo que observa el público.
Nervioso por el público
Es el público, y la posible evaluación negativa de ese público, lo que puede hacernos sentir ansiosos. Y quienes nos escuchan pueden estar presentes física o virtualmente.
Esto nos lleva a la incómoda situación de hablar a filas de pequeñas cajas en una pantalla en una conexión de vídeo.
Esta configuración no sólo limita las señales no verbales más amplias, sino que también restringe las bromas generales entre los participantes.
El lado positivo es que esto puede hacer que las sesiones sean más eficientes en cuanto a tiempo, pero tiende a hacer que las conversaciones sean más rebuscadas.
La necesidad percibida de ser visible es un área controvertida en la enseñanza en línea. En el ámbito educativo, los partidarios de “cámaras encendidas para todo el mundo” sugieren que ayuda a reproducir las condiciones habituales del aula. Fomenta el debate y garantiza que los estudiantes estén realmente presentes (no sólo conectados).
Pero es importante tener en cuenta las razones que justifican la obligatoriedad de cualquier función.
Para empezar, los ponentes rara vez se ven a sí mismos cuando hablan con otros. Como profesor, verte a ti mismo en la pantalla mientras hablas quizás puede distraerte. Especialmente cuando intentas mirar directamente al objetivo de la cámara para maximizar el contacto visual.
7 consejos para facilitar las cosas en durante clases y reuniones en línea.
Tanto si se trata de una reunión de trabajo como de dar una clase, los siguientes consejos pueden ayudarte a sentirte más cómodo hablando en línea:
- Proporciona un orden del día con antelación, lo que podría incluir el envío de algunas preguntas preparadas para el debate.
- Reduce la incertidumbre sobre la participación. Haz saber a los asistentes desde el principio si es necesario o se espera que hablen.
- Utiliza frases de enlace y señales para mantener a todo el mundo en el buen camino. Ya que puede que no haya otras señales e indicios (atravesar una habitación para ir al ordenador), por lo que es importante que todos los participantes sepan lo que estás haciendo y por qué (por ejemplo: “Voy a marcar la casilla del chat al final de este punto, así que siéntanse libres de añadir cualquier pregunta sobre la marcha”).
- Modela las buenas prácticas de oratoria. Recurre a estructuras sencillas para exponer tu punto de vista y utiliza un lenguaje adecuado.
- Reconsidera el valor de llamar a alguien al azar para que contribuya a un debate. Si la gente teme que se le pida que responda sin previo aviso, es menos probable que participe por decisión propia.
- Tomar decisiones sobre la necesidad de interacción (incluidas las salas de descanso) en función del tipo de sesión y el número de participantes. La interacción innecesaria no es mejor que la ausencia de interacción.
- Planifica cada evento en línea en lugar de ceñirte a una serie de normas generales. Por ejemplo, ¿es siempre necesario que los ponentes se vean en la pantalla? El hecho de que un alumno esté físicamente presente no significa que participe activamente.
Conclusión
Las tutorías, los talleres y las reuniones en línea han llegado para quedarse por el momento. Para crear sesiones seguras, solidarias y productivas, tenemos que crear prácticas de oratoria competentes y seguras.
Reconocer que la ansiedad al hablar es común y que afecta a las personas tanto en vivo como en virtual, es un buen punto de partida.