Las habilidades técnicas que te ayudaron a conseguir tu primer ascenso pueden no garantizar el siguiente. Debes trabajar mas sobre tu inteligencia emocional.
Si aspiras a ocupar un puesto de liderazgo, hay un elemento emocional que debes tener en cuenta. Es lo que te ayuda a entrenar con éxito a los equipos, a gestionar el estrés, a dar retroalimentación y a colaborar con los demás.
Se denomina inteligencia emocional y representa casi el 90 por ciento de lo que diferencia a las personas de alto rendimiento de sus compañeros con habilidades y conocimientos técnicos similares.
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional se define como la capacidad de comprender y gestionar las propias emociones, así como de reconocer e influir en las emociones de quienes nos rodean.
El término fue acuñado por primera vez en 1990 por los investigadores John Mayer y Peter Salovey, pero posteriormente fue popularizado por el psicólogo Daniel Goleman.
Hace más de una década, Goleman destacó la importancia de la inteligencia emocional en el liderazgo, declarando a la Harvard Business Review: “Los líderes más eficaces se parecen en un aspecto crucial: Todos tienen un alto grado de lo que se ha dado en llamar inteligencia emocional. No es que el coeficiente intelectual y las habilidades técnicas sean irrelevantes. Sí importan, pero… son los requisitos de entrada a los puestos ejecutivos”.
Con el paso de los años, la inteligencia emocional -también conocida como EQ- ha evolucionado hasta convertirse en una habilidad imprescindible.
Estudios realizados muestran que la inteligencia emocional es el factor que mejor predice el rendimiento.
El 71% de los empleadores encuestados dicen que valoran la Inteligencia Emocional por encima del Coeficiente Intelectual, informando de que los empleados con alta inteligencia emocional son más propensos a mantener la calma bajo presión, a resolver los conflictos de manera eficaz y a responder a los compañeros de trabajo con empatía.
Los cuatro componentes de la inteligencia emocional
La inteligencia emocional se suele desglosar en cuatro competencias básicas:
- Autoconciencia
- Autogestión
- Conciencia social
- Gestión de las relaciones
Para mejorar tu inteligencia emocional, es importante entender lo que implica cada elemento. A continuación, se describen las cuatro categorías:
1. Autoconciencia
El autoconocimiento es el núcleo de todo. Describe tu capacidad no sólo para comprender tus puntos fuertes y débiles, sino para reconocer tus emociones y el efecto que tienen en tu rendimiento y el de tu equipo.
Según una investigación realizada por la psicóloga organizativa Tasha Eurich, el 95 por ciento de las personas creen que son conscientes de sí mismas, pero sólo entre el 10 y el 15 por ciento lo son realmente, lo que puede plantear problemas a tus empleados.
Trabajar con compañeros que no son conscientes de sí mismos puede reducir el éxito de un equipo a la mitad y, según la investigación de Eurich, provocar un aumento del estrés y una disminución de la motivación.
Para sacar lo mejor de los demás, primero hay que sacar lo mejor de uno mismo, y ahí es donde entra en juego la autoconciencia.
Una forma sencilla de evaluar tu autoconciencia es completar un feedback de 360 grados, en el que evalúas tu rendimiento y lo comparas con las opiniones de tu jefe, compañeros y subordinados directos.
A través de este proceso, obtendrás información sobre tu propio comportamiento y descubrirás cómo te perciben en la organización.
2. Autogestión
La autogestión se refiere a la capacidad de gestionar las emociones, especialmente en situaciones de estrés, y mantener una actitud positiva a pesar de los contratiempos.
Los líderes que carecen de autogestión tienden a reaccionar y les cuesta más mantener sus impulsos bajo control.
La reacción tiende a ser automática. Sin embargo, cuanto más en sintonía estés con tu inteligencia emocional, más fácil será la transición de la reacción a la respuesta.
Es importante recordar que hay que hacer una pausa, respirar, recogerse y hacer lo que sea necesario para gestionar las emociones -ya sea dar un paseo o llamar a un amigo- para poder responder de forma más adecuada e intencionada al estrés y a la adversidad.
3. Conciencia social
Aunque es importante entender y gestionar tus propias emociones, también debes saber cómo leer una habitación.
La conciencia social describe tu capacidad para reconocer las emociones de los demás y la dinámica en juego dentro de tu organización.
Los líderes que destacan en conciencia social practican la empatía. Se esfuerzan por comprender los sentimientos y las perspectivas de sus colegas, lo que les permite comunicarse y colaborar más eficazmente con sus compañeros.
Muchas empresas clasifican la empatía como la habilidad de liderazgo número uno, informando que los líderes que dominan la empatía tienen un rendimiento superior en más de un 40 por ciento en el entrenamiento, la participación de otros y la toma de decisiones.
En otro estudio realizado, los investigadores descubrieron que los directivos que muestran más empatía hacia sus subordinados directos son considerados por su jefe como personas con mejor rendimiento.
Al comunicarse con empatía, puedes apoyar mejor a tu equipo, al tiempo que mejoras tu rendimiento individual.
4. Gestión de las relaciones
La gestión de las relaciones se refiere a tu capacidad para influir, entrenar y orientar a los demás, así como para resolver los conflictos de forma eficaz.
Algunos prefieren evitar los conflictos, pero es importante abordar adecuadamente los problemas a medida que surgen.
Las investigaciones demuestran que cada conflicto no abordado puede hacer perder unas ocho horas de tiempo de la empresa, lo que supone una merma de los recursos y la moral.
Si quieres mantener a tu equipo contento, tienes que mantener esas conversaciones difíciles.